sábado, 27 de febrero de 2010

Columna 3: Me enseñaste de todo, excepto a olvidarte.

La vida te enseña a vivir con alguien, pero no te enseña a vivir sin las personas a las que amas: El otro día mientras tenía una charla nocturna con unas de mis roomies de un todo y de nada salió esa frase. Y vaya que tiene razón.

Es muy fácil acostumbrarse a vivir con alguien. Empezando por la familia, esa no la puedes elegir, y tienes que aceptarlo porque sino sufres mucho. Llegado su momento aprendes. Sí, de chiquitos todos queríamos ser como nuestro hermano mayor. Sí, en la adolescencia todos nos peleamos con nuestros hermanos. Sí, cuando llegas a la universidad y te das cuenta que la vida se va muy rápido, todos nos llevamos bien con nuestros hermanos.

¿Y qué decir de nuestros papás? Sí, son renegones, regañones, metiches, y muchas otras cosas (OJO: ¡Algunos tienen la suerte de que sus papás no sean así!) pero nos aman. No existe amor más puro que el de los padres a los hijos, creo yo y sé que más de 2 estarán de acuerdo conmigo. Pero se aprende a vivir con esos pequeños defectos y regaños de nuestros padres, porque siempre tienen las palabras correctas, el sermón adecuado o el abrazo cariñoso que se necesita. Nos enseñan a vivir. Nos dan consejos para sobrevivir sin ellos. Nos levantan cada vez que lo necesitamos. Nos dan el apoyo que jamás imaginamos. Y nos aman con tal fuerza que es inimaginable. Si, esas son las personas con las que aprendemos a vivir por necesidad y que llenan nuestros corazones sin que nos demos cuenta. Claro, también están los abuelos, los primos, los tíos y las mascotas.

Sin embargo, no sólo con aquéllos con los que compartes ADN aprendes a vivir. Los amigos son parte esencial de nuestras vidas. Durante nuestras vidas conocemos mucha gente con la que nos vemos forzados a convivir, desde el kínder. Aun así, aquéllos que conociste en el kínder no siempre son tus amigos para toda la vida porque de chiquitos no sabemos nada, seamos honestos. No obstante mientras vamos creciendo y forjando nuestro carácter nos vamos dando cuenta de qué queremos, qué no queremos, qué nos gusta, qué odiamos y quiénes valen la pena para mantenerlos cerca.

A los amigos los conoces en las clases, en el equipo de equis deporte, en el antro o simplemente, en los dormitorios. Los amigos se eligen por gustos similares, caracteres similares o completamente distintos, o simplemente porque hay algo inexplicable que los hace llevarse bien. También porque se toleran mutuamente, y no hay manera de pelearse más de 2 horas. Siempre hay una razón para tenerlos cerca. Siempre habrá una razón para conversar, sea la hora que sea.
Entre mis mejores amigos hay gente de todo tipo, y agradezco al destino haberlos puesto en mi camino porque no sé qué sería de mí sin ellos, sin mis amigos de prepa, los de la universidad o mis roomies.

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