Estoy en el escritorio, tratando de pensar cómo empezar mi primera columna para La Catarina. Primeramente, mi nombre es Karen Díaz, estudiante de Humanidades y si, como dirán los que me conocen, un poco loca. Sobre mi puedo decir que me gusta pensar, hablar, gritar, escribir y simplemente decir aquellas cosas que están dentro de mi cabeza. Vale advertir que mi cabeza es un mundo extraño pero pues la de todos, creo yo. Cada quien tiene su manera de ver las cosas, irónicamente, sarcásticamente o de cualquier otra manera, eso es lo que hace que la vida sea interesante cuando encuentras a alguien que piense distinto a ti y logras entablar conversación que van más allá de: “Hola, ¿cómo estás?”
En fin. Volviendo al tema… mi primera columna. Es necesario proponerles que cuando lean mis locuras en papel tengan la mente despejada, estén dispuestos a leer curiosidades, locuras y una que otra idea inteligente. Siempre he creído que lo más poderoso que tiene el ser humano es la habilidad de hablar, de tener un sistema con el cual se pueda comunicar y pueda saciar su necesidad de explicar aquello que pasa por su mente. Por dicha razón, estudio humanidades. El tener la posibilidad de leer, analizar e intentar entender la vida a través de las palabras, su significado y sus infinitas combinaciones es una de las cotidianidades que el ser humano subestima más. Es imposible imaginarse un mundo sin palabras, sin comunicación, sin la manera de poder sacar esas ideas que rondan nuestras cabezas.
La comunicación es esencial dentro de nuestras vidas, no siempre es comunicación de teoremas, ideologías o filosofías profundas, a veces es la pura necesidad de “chismorrear”. Pero para que ignoramos nuestra naturaleza, tanto de hombres como de mujeres, de que el uso de las palabras para chismear es de lo principal. Qué levante la mano aquel que nunca ha chismorreado…. ¿nadie? Se los dije. Sin embargo, existe otro uso principal para el que los humanos usamos las palabras: expresarnos. Al usar la palabra “expresarnos” existe un rango inmenso de cosas que expresamos, desde nuestros ánimos, sentimientos, enojos hasta nuestro odio. Todo se puede y se debe expresar (creo yo) porque al que no habla, Dios no lo oye.
La palabra, tanto escrita como hablada, es esencial para poder deshilar las ideas que se forman en nuestra cabeza, los sentimientos que se forman en el alma y las cosas que están en el subconsciente que salen cuando llega la “inspiración”. Por inspiración no sólo me refiero a cuando hablamos de poesía, novelas románticas o filosofía espiritual, también tiene que haber inspiración para poder un “te quiero” o un “lo siento”. Pero ponerme a hablar de inspiración sería mucho, eso lo hare en otra ocasión.
Pues bien, los invito a que lean estas alocadas palabras que escribiré a lo largo del semestre. Y de antemano les digo que si gustan comunicarse conmigo adelante, estoy dispuesta a oír lo que tengan que decir. ‘Till next time.
sábado, 27 de febrero de 2010
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